Cereales

¿Cómo se puede y porque se debe sustituir la pasta blanca y el arroz blanco, al menos de vez en cuando?

A primera vista los productos de harina refinada, no perjudican la salud, pero tampoco aportan ningún valor nutritivo positivo. La pasta blanca o el pan blanco están “vacios”.

Durante la digestión, sus carbohidratos se convierten rápidamente en glucosa. Esta provoca una subida del nivel de azúcar en sangre y se sedimenta en los depósitos de grasa, si el organismo no la quema previamente. Este efecto equivale a ingerir azúcar.

Los productos integrales, en cambio, se descomponen de forma lenta, mantienen estable el nivel de azúcar  y aportan al cuerpo valiosos nutrientes como grasas, minerales, vitaminas y crean una sensación duradera de saciedad y favorecen una buena digestión.

Nadie tiene que comer todo integral obligatoriamente. El pan elaborado con masa madre de centeno o espelta es más digerible que los panes negros de granos enteros. La pasta también se vende semiintegral: una buena alternativa entre pasta blanca o integral. Es importante poder digerir lo que uno come; de lo contrario, tampoco se puede utilizar lo bueno que aporta la comida.

Hay buenas alternativas para sustituir los productos de harina blanca que, además, son fáciles de preparar como la quínoa, el amaranto, el mijo, la cebada o el trigo sarraceno. No solo aportan nuevas ideas para la preparación de los platos, también más color. ¡Y un extra de energía!

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