Como todos queremos ser guapos y que nos quieran, ya existen mil consejos para ayudarnos a conseguir estos objetivos. Sin embargo, me gustaría añadir dos aspectos que me han ayudado a llevar una buena vida.

 

Justo cuando entré en la edad adulta, desde Estados Unidos llegó a Europa la moda de contar calorías. Esto resultó una cruz para mí, porque entonces pesaba 86 kilos. Después de muchos vaivenes pude bajar mi peso a 65 kilos y quise mantenerlo así. No fue nada fácil. Por suerte, me acordé de San Pancracio. Le di mi palabra: „no comería después de las siete si él me ayudaba a mantener mi peso“. El „dar la palabra“ es muy importante para no abandonar nuestra intención. Ahora llevo más de 30 años con mi dieta diaria temporal y tanto a mí como a mi cuerpo nos sienta de maravilla.

 

Lo segundo ha sido mi intento por evitar a los médicos y sus medicamentos tanto como me ha sido posible. Creo en la capacidad de autocuración del cuerpo y la apoyo con viejos remedios caseros.

 

Ambas cosas son fáciles de cumplir, aportan grandes beneficios y son gratuitas.

 

 

Irene Liebig Quintana, 89 años.